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15/10/09

CRÍTICA CONCIERTO ACÚSTICO OFRECIDO EN EL TEATRO GAYARRE DE PAMPLONA EN 2006

DE OTRA MANERA

Diez años, unos cuántos meses y algunos días después Barricada consiguió redimirse ante sí y ante su público, superar una vieja asignatura. Saldar su deuda pendiente “con la vaina del umplugged”, tal y como hablaba el Drogas del presente proyecto cuando se refería al mismo a mitades de los 90. Y vaya que si lo consiguieron. En un marco poco habitual para los de la Txantrea, la actuación comenzó con la interpretación de un reconvertido Tu nombre, del Balas blancas. Como ya hemos sugerido, el pase tuvo dos partes, una de espíritu genuinamente acústico, de umplagged propiamente dicho (tal y como se denominaba a los pases desenchufados en la década anterior) y otra, la segunda, si bien, más eléctrica, de diferente concepción respecto a los conciertos del día a día de la banda. “Gabon, buenas noches. Agusto, vamos a liarla de otra manera”, saludó el Drogas a los presentes antes de ganarse su total complicidad con temas como Juegos ocultos, Mañana será igual o No hay tregua, composiciones que esta noche demostraron tener otra pulsión: una sonoridad exquisita, elegante, claramente lindante con el soul (cosa de los coros de las Zíngaras) e incluso con el gospel en el caso de algunas como En nombre de Dios, curiosamente, ofrecida en la segunda parte. ¿las más celebradas? Además de las citadas, Pídemelo otra vez, en el primer tramo, y El pan de los ángeles, Pasión por el ruido o Bajo control en el segundo, antes de terminar de forma antológica con No sé qué hacer contigo, en el bis. Y no proseguiremos sin elogiar sobremanera el trabajo de las Zíngaras, las auténticas Niñas forales, artísticamente hablando; y es que lo suyo trascendió de lo que tradicionalmente se entiende por hacer coros: qué trío de ases de voces, qué timbres negroides perfectamente empastados. Qué saber estar. Sin lugar a dudas, suyo fue buena parte del sobresaliente resultado.
Bonito, súblime: he aquí cómo resultó lo visto, tras tantos años de espera. Y es que Barricada no sólo demostró tener un as en la manga, sino buena parte de la baraja, tras horas y horas de trabajo y años de quebraderos de cabeza: Fruto del trabajo, sí (“nos lo hemos currao, eh, se nota” que comentó un locuaz Enrique en un momento dado), habida cuenta de que un concierto de estas características no se saca adelante desenchufando las guitarras solamente: hay que hacer nuevos arreglos, buscar sonoridades que suenen convincentes... Seguro que no ha sido fácil. Vamos, como si el Osasuna se pasara del fútbol al fútbol-sala, aunque fuese por un día: habría que entrenar distinto, más allá del cambio de formato o de recinto. ¿Barricada, en acústico? Y mi abuelo es pirotécnico, que hubiésemos contestado en los 80 de habernos sido formulada la pregunta. En fin, símiles aparte, he aquí a una banda que salió a gustar y a gustarse... y que lo consiguío: una formación que vive un momento particularmente dulce, de los de mayor empatía con su público, a todas luces: sí, a todas, bajo la de las velas, de ambiente más ténue (esperemos que el presente hecho musical no sea sólo flor de un día, que haya algún concierto más) o las de los focos de los grandes escenarios. En cualquier caso que sus canciones, bajo el voltaje que sea, continúen iluminando nuestras noches.

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