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9/2/14

LA SONRISA METÁLICA, ENORMES EN BLACK ROSE: LA CRÍTICA!!

Imponente despertar

Concierto de La Sonrisa Metálica


Fecha: sábado, 8 de febrero.
Lugar: Black Rose, Burlata.
Intérpretes: La Sonrisa Metálica, banda formada por Gabi, a la guitarra y a la voz, Ion a la guitarra y a los coros, Raúl, al bajo, y Eneko, a la batería.
Incidencias: presentación de Despertaré, nuevo CD de la banda. Hora y 20 minutos de duración en total. Lleno, público entusiasta.

La Sonrisa Metálica no pudieron presentar mejor su recién publicado CD que como lo hicieron, ofreciendo un concierto en auténtico loor de multitudes. Protagonizando un llenazo que les sorprendió incluso a ellos, llevándonos a esbozar una cómplice sonrisa.
Ante un local a rebosar, el cuarteto detonó tres temas de estreno para empezar, haciendo un derroche de rock metal que, seguridad y aplomo a espuertas, no dejó indiferente a nadie: con la banda haciendo gala de un armazón sonoro ciertamente pétreo, demostrando ser un auténtico fortín a la hora de defender unas composiciones atléticas por demás. Pronto, a propósito de la interpretación de otro tema nuevo, se contó con una primera colaboración, la de Ernesto, guitarrista de NoiseAlivE, dando paso dicho tema a la primera de las tres versiones que sonaron a lo largo de la noche, The wall, de Pink Floyd: celebradísimas las tres por la intensidad con que los músicos las llevaron a su  terreno.
A los brutales y acerados dominios sonoros de una banda que dio a entender lo siguiente, haber entrado definitivamente en la senda del crecimiento, quedando claro lo dicho toda vez que el público pudo comparar calibres: los de las composiciones nuevas con los de las viejas, temas -estos últimos- que se asomaron al repertorio a partir del ecuador de la velada. ¿Anécdotas a destacar? La llegada –tardía- del segundo de los invitados, Mikel, de Khamul, quien se vio abocado a acceder espectacularmente al escenario tras abrir la puerta del local y comprobar que llegaba tarde. Que no solo ya estaba sonando la canción, sino que estaban próximos sus últimos coletazos, por lo que ni corto ni perezoso, tras abrirse paso todavía no sabemos cómo, trepó hasta llegar a la altura de los músicos, llegando a poner voz a los últimos compases, ante el alborozo de los presentes.

Ante la complicidad de un público que disfrutó de la noche, resultando todo de su agrado: las canciones ofrecidas, el equilibrio de las mismas, a caballo siempre entre la contundencia más feroz y el tratamiento melódico denotado, la actitud derrochada por unos músicos, que, a decir verdad, disfrutaron como niños… A nosotros, una noche más, nos agradó ser testigos de acontecimientos relacionados con el crecimiento de los grupos. De La Sonrisa Metálica, en este caso. De su imponente despertar.



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