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22/7/16

UN GRAN DÍA NADA MÁS Y NADA MENOS (EL DROGAS EN LA CIUDADELA: LA CRÍTICA)



Un gran día nada más y nada menos

Concierto de El Drogas

Fecha: sábado, 2 de julio.
Lugar: recinto de La Ciudadela, Iruñea.
Incidencias: concierto celebrado bajo la denominación de ‘Un día nada más’. Entradas agotadas, alrededor de 6.000 personas. 6 Horas y 30 minutos de duración en total.

A escasas jornadas de que, chupinazo mediante, Iruñea estalle en blanco y rojo, El Drogas y los suyos trajeron –más que anticiparon- la fiesta a la capital de Nafarroa, protagonizando  un grandioso concierto en La Ciudadela se mire como se mire: una actuación única, especial e irrepetible de cerca de 5 horas y media brutas de duración. Un evento llamado a celebrarse un día nada más pero, como los grandes días llamados a quedar en la memoria de quienes los vivieron, con su buena porción de noche incluida, alargándose la cita hasta las 2.00 de la madrugada; hasta que a modo de espectacular final, en pleno loor de multitudes sobre y bajo el escenario, terminaron de sonar los acordes de En blanco y negro, perfecto broche a una noche para no olvidar.
Ligero de equipaje –totalmente prescindible el mismo a la vista de su bagaje musical-, la cosa, ya de entrada, pintó muy bien, con El Drogas apareciendo guitarra en mano de entre los árboles en medio de la Ciudadela, dando la bienvenida a los primeros en llegar como no podía ser de otra manera: con el tema Sean bienvenidos. A este le sucedieron Voy muriendo (brindada por Villarreal al piano) y El lobo feroz, composición que dio paso a Sofokao y Llegan los cuervos, haciendo de enlace este tema  entre lo que estaba aconteciendo allí y lo que iba a  suceder en el escenario instalado delante de la sala de Armas de la Ciudadela: el concierto llamado a ser ofrecido por  El Drogas arropado por la denominada Banda de la (Des)Memoria, formación integrada por Txus Maraví, el Flako y Brigi Duque que, en un momento dado, al tiempo que el maestro de ceremonias la ofrecía en acústico, comenzó a tocarla en eléctrico, haciendo que el todavía no muy numeroso público se acercara a la carrera a la nueva localización: un público que, en algunos casos, no logró acceder en su totalidad a la Ciudadela hasta cerca de dos horas después de iniciada la velada, a tenor de las colas que se generaron en el exterior.
Seguro de sí mismo, ya sobre dicho segundo escenario, El Drogas remató Llegan los cuervos  recordando que allí al lado, cerca de dicho enclave, fueron asesinadas numerosas víctimas de las sacas, sonando acto seguido nuevos temas de La Tierra está sorda como Las siete de la tarde, Es una carta o Infierno de piedra: canciones reescritas y arregladas de otra manera respecto a como las conocimos que, envueltas en nuevas ambientaciones, cautivaron sin remisión al público presente. Unos temas como Por la libertad, Pétalos o Desfilan, última en sonar, de latido imperecedero por gracia o por desgracia: según los valoramos desde el prisma artístico o ateniéndonos al país en el que vivimos. Y a buen entendedor no hacen falta más palabras.

TRAGOS CON SABOR A RYHTM BLUES  
                
Ya sobre el mastodóntico escenario principal, Villarreal cambió de marcha y de formato musical, pisando a fondo el acelerador arropado por la Ryhtm & Blues Band: banda  concebida por él para dar rienda suelta a sus querencias más escoradas hacia el glam y el ryhtm & blues, reforzada por las voces de Selva y Patricia y los teclados de  Germán San Martín. Así pues, por dichas sendas sonaron de inicio temas como Ya no anochece igual (perfecto banderín de enganche para el presente bloque), Así o Solo quiero tu boca, haciendo las delicias del gentío: lo mismo que las canciones que fueron viendo salir a los primeros invitados, composiciones, por citar algunas, como Con tu presencia (brindada con Rulo), Sueños rotos (con el violín de Ara Malikian tirándole los tejos con su impronta especial), La hora del carnaval (toda una sorpresa su recuperación, brindada junto con Álvaro y Ovidi de Los Zigarros), Oveja negra (con Carlos Tarque, de M-Clan), Que no me silbes, con Luz Casal… Pero si algunas colaboraciones brillaron con luz propia fueron las de Fito Cabrales (Nada sin ti) y Rosendo Mercado, el artista recibido de forma más calurosa, colaborando el incombustible rockero de Carabanchel en Empujo pa´ki y coincidiendo con Fito y Carlos Tarque en la interpretación de Frío, todo un homenaje al recientemente fallecido Manolo Tena. ¿Más temas a destacar? Debajo de aquel árbol, Animal caliente (junto con No sé qué hacer contigo espectacularmente coreadas por los presentes), Todos los gatos y Otros tragos, con la que cerca de las 0.00 horas concluyó esta parte del concierto: canciones todas las brindadas y por brindar que, habida cuenta de su camaleónica esencia, dejaron clara su capacidad de poder lucir trajes del corte sonoro que cada ocasión requiera. Escorados incluso hacia el metal, como se vio en el bloque final.

UN, DOS, TRES, ¡FUEGO!

Pero, pese a estar siendo la noche de elevado calibre, estando El Drogas de por medio, aún era posible una nueva vuelta de tuerca. Todavía quedaba la traca final, quedando materializada esta por las últimas canciones llamadas a ser descerrajadas: por unas detonaciones que sin reverencias ni miramientos, agrupadas bajo la denominación de Los disparos del Dr Gas, elevaron el octanaje con la complicidad de invitados como Vito, de Sinkope (Todos mirando), Julieta & La Chula Potra y Brik Paco, de Benation (Víctima), Carlos Escobedo, de Sôber (La silla eléctrica), Yosi, de Los Suaves (Tentando a la suerte), Kutxi Romero (Barrio conflictivo, con qué cariño recibió el público al de Berriozar) o Gorka Urbizu, quien aportó cuerdas de acero y vocales a Bahía de Pasaia y No hay tregua, con el gentío llevando a los músicos en volandas, como siempre fue, a la hora de cantar esta última. Llevándolos hacia un final apoteósico marcado por Azulejo frío y En Blanco y negro, con los presentes totalmente entregados....
En continuo proceso de maquinación desde finales de 2011 (imaginación al poder al servicio de la función artística y de las canciones), El Drogas se sacó con un par todas posibles espinas con la presente actuación, toda una demostración de acción directa. Y lo hizo protagonizando una fiesta de exaltación del rock en todos los sentidos.  Haciendo, si se nos permite, toda una apología ¿del consumo? No, de la sobredosis –incluso-, a tenor de la duración de este concierto. Toda una apología de su mejor versión en estado de gran pureza: “Conmigo no se juega”. “Os vais a enterar”. “Si no quieres  taza… ¡5 tazas y media!”. Tantas como horas de concierto, he aquí qué pareció decir el que fuese ideólogo y fundador de Barricada, agitador por naturaleza entonces y siempre: Enrique Villarreal, El Drogas, en constante reinvención desde que en 2011 se viera abocado a vivir su situación límite particular. Esto pareció decir con el presente evento, denominado ‘Un día nada más’. Un gran día, nada más y nada menos. Nada más.

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